La pasta térmica cuida el procesador del CPU prolongando su funcionamiento
En lo que respecta a los componentes, hoy en día tenemos muy buenas soluciones para mejorar la disipación de un ordenador (y más concretamente de la CPU).
La pasta térmica es un compuesto que se sitúa entre la parte superior de la CPU en este caso (en lo que se conoce como integrated heat spreader o IHS) y el disipador del equipo. Su finalidad es la de conducir de la mejor forma posible el calor generado desde la CPU hasta el disipador, consiguiendo de esa manera que nuestro procesador no se caliente en exceso.
En primer lugar, conviene señalar que no todas las pastas térmicas son iguales. Son varios los tipos que hay disponibles hoy en día, teniendo como diferencia principal la base que tiene el compuesto. Las que actualmente están ganando más popularidad tienen una base cerámica (mezcla de silicona con polvo cerámico), y es que son muy fáciles de aplicar y además son muy económicas. También tenemos la que cuentan con una base de carbono, que ofrecen un rendimiento muy similar a las anteriores pero con una durabilidad mayor.
En la otra cara de la moneda tenemos aquellas combinan una base metálica con silicona, pastas térmicas con una muy buena durabilidad y conductividad térmica (también son más caras). Además, también hay otras menos comunes como las de metal líquido, la que mejor rendimiento ofrece y más difícil de colocar es (además de ser la más cara).
Además de la composición y la densidad de una pasta térmica, hay que tener siempre en consideración dos características que nos van a decir la calidad de una pasta y lo bien que va a hacer su trabajo. Uno de estos factores es la conductividad térmica, que mide la cantidad de calor que se transfiere en vatios por metro-kelvin (W/mK). A mayor sea este valor, mejor será la calidad de la pasta térmica.
La otra característica importante es la resistencia térmica. Esta básicamente lo que nos dice es la oposición que la pasta térmica tiene frente al paso del calor. En este caso ocurre justo lo contrario: debemos buscar una pasta cuyo valor de resistencia térmica sea lo más bajo posible.
¿Cómo aplicar correctamente la pasta térmica en una CPU?
Lo primero que deberemos hacer será retirar el panel lateral de la torre, algo para lo que ya no necesitaremos ni destornilladores en los modelos más modernos. Hecho esto, llega el turno de retirar el disipador. Esto va a depender mucho de la configuración y modelo que tengamos, por lo que lo recomendable es acudir a la página del fabricante para ver el proceso correcto. También toca retirar el procesador de la placa base, parte muy delicada, puesto que podemos doblar alguno de sus pines sin querer. Cuando tengamos los dos elementos fuera lo idóneo es colocarlos sobre una superficie blanda o acolchada para trabajar bien.
Antes de colocar la pasta térmica es importante que retiremos cualquier resto de la pasta térmica anterior en ambos componentes utilizando alcohol y ningún tipo de presión. Secados ambos componentes tocará colocar la pasta térmica, siendo lo más correcto aplicar una pequeña dosis en el centro del IHS del procesador. Por último, toca volver a colocarlo todo sobre la placa base y terminar de cerrar el equipo.
¿Cada cuánto tiempo hay que cambiar la pasta térmica?
Es complicado determinar cuanto tiempo va a durar una de estas pastas rindiendo a buen nivel, y es que esto va a depender de muchísimos factores como la calidad de su composición, la temperatura media a la que funciona el procesador o incluso el sistema de ventilación que hayamos elegido para nuestro PC.
En ese mismo sentido, sería recomendable que cada cierto tiempo cambiemos la pasta térmica de la CPU. La vida media de estas está entre los 3 y 5 años, aunque podemos cambiarla cada 1 o 2 años si queremos. Además, también es recomendable que la cambiemos si retiramos el disipador para limpiar a fondo el ordenador.
En PCWebShop te hemos acercado esta semana al mundo de las diferentes pastas térmicas para el cuidado del procesador del CPU
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